martes, 16 de agosto de 2011

A veces cuento los cuadros en la pared.

Pues ahora estoy en Mérida. Ya instalado. Hace rato llegué del lugar en donde voy a estar practicando el amado Yoga. La clase de prueba estuvo de lujo, la gente poca madre. No hay un lugar mejor que otro, es en donde uno se siente cómodo, yo me siento muy cómodo en éste lugar. Ayer probé uno que me dejó insatisfecho. Les cuento.

Me recomendó el lugar la persona que me recomendaron para cortarme el pelo. Por el libro que estaba leyendo mientras esperaba mi turno en la silla, se inició una plática. La plática nos llevó a hablar del Yoga, entre otras cosas. Le pedí que me recomendara lugares, bueno, no recuerdo si él solo lo hizo sin que se lo pidiera, el caso es que me regaló información de dos lugares. Uno decía ser un centro multidisciplinario, es decir, aparte de clases de Yoga, Capoeira, Tai-Chi, nutrición, meditación, defensa personal, entrenamiento físico, etc. Hablé por teléfono con el mero mero, me explicó cómo llegar al centro y me invitó la clase de prueba.

Llegué a las 8 pm menos 5, como él me lo solicitó. Al entrar a la casa encontré al maestro sentado platicando con una alumna. Me pidió que tomara asiento mientras terminaba un taller. Así que pasé a la casa, me pasó a sentarme en la sala, que estaba adecuada para ser estética. Ahí mismo es donde platicaba con la señora, y era a esa plática a la que se refería como "el taller". Pasados 10 minutos después de las 8, nos pasó a mi y a la señora a un salón fuera de la casa. Se unió una señora más, armaron sus tapetes, nos sentamos y una vez ya cómodos el maestro empezó a hablar. Platicó cosas interesantes, y otras no tanto. Lo que más me llamó la atención fue la carga negativa que tenían muchos de sus comentarios. En otras palabras, más mundanas, se quejó de que la gente en Mérida es muy cerrada, y me explicó cómo los árabes y los coreanos dominaban la región. En los personal me parecieron comentarios racistas y cargados de rencor. No soy nadie para juzgar a nadie, pero decidí no tomar mis clases ahí, a pesar de que me encantó la idea de la multidisciplina.

Sin embargo, ayer fui a otro centro. Se llama Agoyoga. Inmediatamente hice click con el maestro y su novia. Me parecieron gente con la que tengo mucho en común. llegaron alrededor de 8 alumnos más, hombres y mujeres, y todos me dieron buena espina. no que sean mejores personas que las otras, sino que tengo más química personal con ellos. La edad, los gustos, y bueno, no sé qué más porque no platiqué con algunos de ellos, pero la química va más allá de las conversaciones. Yo me sentí extremadamente cómodo, y respecto a la clase, es la mejor que he tomado en mi vida. Así que decidí asistir a ese grupo. Hoy en la noche voy de nuevo. QUÉ DELICIOSO ES EL YOGA!

Y otra cosa, Mérida me encanta.