domingo, 3 de abril de 2011

Te Amo: Caribe Mexicano

Mis entradas en este blog son bastante esporádicas. Hace 3 meses que me vine a vivir a un pueblo costero en la Riviera Maya. Arena blanca, el mar en tonos de esmeralda y turquesa, el cielo claro, estrellado todas las noches. El pueblo animado por gente increíble, unidos todos por una estado vibratorio similar.

Hay lugares del mundo de la cual fluye la magia. Ésta, a su vez, se dispersa a todos los rincones del mundo. Utilizando diferentes canales. Desde los elementos, agua y aire, hasta a través de la gente que viene de vacaciones y regresan a sus hogares con otra actitud ante la cotidianidad.

Nací y crecí en una ciudad industrializada, urbanizada, pseudo-primer mundo. Una ciudad que pasa por un mal momento. Como otras regiones del mundo que acumularon mal karma, están pagando ahorita parte de esa deuda. Dicho en palabras más terrenales, a causa de una actitud consumista y la persecución desmedida de la opulencia y "el buen vivir", están cobrando factura.

Uno de los costos ha sido la insatisfacción que inunda las familias residentes, pues ya que alcanzaban lo que ellos creían les iba a dar la felicidad, se daban cuenta que necesitaban más y más, a cualquier costo.

De vivir en una ciudad que se construyó a base de puro trabajo, ahora vivo en un pueblo donde todo se da solo.

Imagino a quienes rolaron por América. Ya sea que hayan llegado por el norte, o por el sur, anduvieron de nómadas, hasta que encontraron una región tan rica que ya podían asentarse, algo que no conocían. Cuán convencidos estaban de que era el mejor lugar para vivir que edificaron pirámides que les tomaron décadas, y hasta cientos de años en construir.

Luego de tener satisfechas sus necesidad básicas, pudieron darse el lujo de aprender sobre el mundo y el cosmos. Observaban las estrellas y su relación con los acontecimientos en la Tierra. Diseñaron el calendario más preciso conocido por el hombre. Dominaban las matemáticas como sólo civilizaciones milenarias lo han hecho, cómo los árabes, con quienes comparten muchas similitudes.

Cuando conozco visitantes de éstas tierras, todos concuerdan conmigo en lo antes expuesto. A todos sin excepción les cuesta muchísimo irse. Yo pasé por eso, yo mejor me quedé.